Dialogan sobre la desigualdad de género en la familia

En el marco por la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la FES Cuautitlán, en conjunto con el colectivo Mujeres, Ciencia y Cultura, gestionó su segundo ciclo homónimo, en el que tuvo lugar la conferencia “Eso que llaman amor es trabajo no pagado. Desigualdades de género en las familias en México”, con el propósito de difundir el papel de la mujer en las diferentes esferas y su influencia en la sociedad.

En la inauguración, la doctora Alma Luisa Revilla Vázquez, jefa de la División de Ciencias Químicas Biológicas, aseguró que en esta fecha se debe reconocer la labor de un sinnúmero de mujeres que han luchado durante años por conseguir algunos de los privilegios de los que ahora gozamos. “Seguiremos en la búsqueda de la equidad de género que merecemos”, concluyó.

Luego, para impartir la charla se presentó la doctora Patricia Román Reyes, investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), quien inicialmente celebró la apertura de espacios enfocados a la lucha de los derechos de la mujer, especialmente ante la pandemia que, desde su punto de vista, ha intensificado la desigualdad de género.

Asimismo, recordó que la equidad es un derecho constitucional y el género es la dimensión que articula todas las desigualdades. Entendido como un conjunto de ideas, comportamientos y atribuciones que una sociedad considera apropiados para cada sexo, el género define las diferentes características emocionales, afectivas, intelectuales, así como los comportamientos que cada sociedad asigna como propios y naturales para hombres o de mujeres.

Así pues, afirmó que los mandatos y constructos derivan en estereotipos que se construyen como roles vigentes en la sociedad, para simplificar y reducir las actividades de cada género. A partir de ello, se establecen categorías desde lo biológico, lo cultural y lo aprendido, lo que ocasiona estratificación, desigualdad, rezago y la distribución dispar de los recursos.

Respecto a la familia, la ponente señaló que es uno de los espacios de socialización fundamental, es diversa, absolutamente flexible y evoluciona en función de los cambios sociales. “Pensar en la familia como un único modelo tradicional acentúa las desigualdades, nos impide aceptar y reconocer las transformaciones en las dinámicas familiares”, agregó.

En tanto, destacó que existen roles familiares, como el reproductor, que es privado y asociado al género femenino, que además se relaciona con el cuidado, el trabajo casero no remunerado y está articulado bajo la dependencia social. Mientras que el productor es concomitante de los hombres, es proveedor, público, posee saberes de reconocimiento en la esfera social, proporciona independencia y es de tiempo lineal discontinuo.

Finalmente, advirtió que se deben instaurar modelos de corresponsabilidad colectivos (unidad familiar) y destituir los patrones individuales que han sostenido por años las lógicas neoliberales, es decir, dejar de enaltecer el rol de madre y en lugar de ello apoyar u ofrecer ayuda. “Visualicemos que las tareas domésticas y de cuidado son trabajo no pagado, establezcamos derechos en torno a ello”, concluyó.

María Dolores Elizondo Alvarado

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