“Uno no va al teatro para escapar de sí, sino para restablecer el contacto con el misterio que somos todos”
Alejandro Jodorowsky
El teatro es un arte efímero que adquiere su plenitud ante el público. Para demostrar esta idea, el Departamento de Difusión Cultural de la FES Cuautitlán coordinó “Desvelando cuentos”, una actividad creada por el Taller de Teatro Antonio González Caballero para promover la dramaturgia desde el confinamiento.
Para iniciar, la maestra Magdalena Copca Santana, responsable de Enseñanza Artística en la Facultad, dirigió unas palabras a los espectadores, destacando que las historias próximas son adaptaciones originales de cuentos populares que, con el paso del tiempo, se han modificado como soportes fantásticos para trabajar la flexibilidad mental.
La primera en aparecer a cuadro fue Virginia Parra, con “La caperu”, un relato de Carmelita Pérez Rubio, una niña que caminaba a diario dos kilómetros para llevar fruta fresca y agua sin sodio a su abuela y que tras una serie de enredos conoce a “Pepe lobo”. Juntos viven algunas aventuras y demuestran, en palabras de la narradora, que “las apariencias engañan y las cosas nunca son lo que parecen”.
Después, tocó el turno a Angélica Castañeda, quien caracterizó a Bagada, un singular personaje de 437 años que desde pequeño se dedica al oficio de asustar. Así, describió algunos de los problemas a los que se enfrenta en la Agencia para la Colocación de Espectros, Fantasmas, Resucitados y Aparecidos (ACEFRA). Sin embargo, aseguró que en la actualidad los pequeños departamentos sin chimenea con truco ni escaleras que rechinan limitan sus posibilidades de atemorizar a los inquilinos.
También charló sobre las oportunidades que la pandemia trajo a su vida profesional, pues al estar toda la familia en casa es más fácil amedrentar a más personas.
Cabe destacar que Bagada posee una cualidad que lo hace sobresalir dentro de la ACEFRA: la posibilidad de transformarse en aquello que causa temor a cualquier víctima. Sin importar el género o la edad, aseguró que el miedo más recurrente es la soledad y desde que lo descubrió busca respuestas que le permitan ayudar a los humanos.
Otra de las presentaciones la ofreció Hazel Terán, quien compartió la historia de las hermanas Martina y María, la primera grosera y malcriada y la segunda honesta y obediente. A lo largo del relato, realizó distintas analogías sobre el bien, el mal y los dones que posee cada persona, así como sus consecuencias, pues en ocasiones se asemejan más a maldiciones.
Finalmente, Hugo Gómez presentó “El pececito de oro”, cuento que relata la vida de un viejo pescador que captura un pez de oro y ante la promesa de riquezas y lujos lo deja libre. La moraleja revela que la ambición sin límites puede traer desgracias e infelicidad. “La única riqueza posible es aquélla que no necesita de bienes materiales para disfrutarse”, afirmó el presentador.
María Dolores Elizondo Alvarado