Recientemente, el doctor José Eduardo Reynoso Cruz, gestor e investigador conductual de Anti-Personnel Landmines Detection Product Development (APOPO), presentó los proyectos de la organización antes mencionada, con la ponencia “Olfato animal y su uso en la detección, alerta y diagnóstico”, en el Auditorio de MVZ.
Dentro de las actividades que realizan, explicó que entrenan animales para la detección olfativa, especialmente a roedores y perros. En un principio se centraban en la búsqueda de minas; sin embargo, en la actualidad han abarcado otras áreas y desarrollado tecnologías para preservar la vida.
Actualmente, operan con programas en África, Medio Oriente y el Sureste Asiático, utilizando especies nativas, como la rata gigante africana (Cricetomys ansorgei). Los especialistas trabajan en su formación para que sean capaces de ingresar a edificaciones colapsadas y buscar personas, también para encontrar elementos de vida silvestre traficados ilegalmente
Mencionó que seleccionar animales de trabajo implica un análisis exhaustivo de sus características, capacidades cognitivas y conductuales desde los primeros meses o años de vida. Por eso, un equipo multidisciplinario estudia su biología, enfocándose en aspectos psicofísicos, como la capacidad sensorial, el umbral absoluto y el umbral diferencial, lo que les permite adaptar los protocolos y maximizar su motivación para el moldeamiento.
Respecto a lo anterior, hizo hincapié en que no todos los animales pueden ser candidatos, aunque el costo de cursos para la biodetección en otras organizaciones puede rondar entre los 80,000 dólares hasta 160,000 dólares, sin la garantía de que el animal aprenda lo necesario.
Más adelante, habló del asombroso caso de Joy Milne, una mujer con la capacidad de detectar el Parkinson a través de su olfato, un indicador que le permitió colaborar con universidades para el estudio de dicha enfermedad, logrando detectar el 95% de pacientes previamente diagnosticados y un porcentaje de personas catalogadas como sanas que posteriormente desarrollaron síntomas asociados a la enfermedad neurodegenerativa.
Para finalizar, presentó casos de éxito de biodetección olfativa en animales, en el sector agrícola, emplean caninos para advertir la pérdida de productos vegetales combatiendo plagas, infecciones y hongos que dañan las cosechas. En el área de la salud, los perros detectan alrededor del 97 % de episodios de epilepsia que puede sufrir una persona, hasta con cuatro horas de antelación. En el caso de tuberculosis, las ratas son entrenadas con una precisión que sobrepasa las técnicas de microscopía y GeneXpert.
Con especies no convencionales utilizan pichones para detectar cáncer de mama en muestras citológicas por medio de biodetección visual, hormigas para el descubrimiento de cáncer de próstata en muestras de orina y gusanos planos y abejas en otras líneas de enfermedades, particularmente oncológicas.
Frida Alondra Guzmán Ortiz