La doctora María de las Mercedes Sierra Kehoe, académica e investigadora de la FES Cuautitlán, colaboró en la curaduría del Museo Vivo del Muralismo, el nuevo espacio artístico de la Ciudad de México que busca destacar el valor del movimiento muralista, resaltando tanto su estética como su importancia histórico-social.
Anunciado en 2020, este museo abrió sus puertas el 28 de septiembre en el edificio sede de la Secretaría de Educación Pública (SEP), reconocido como patrimonio mundial de la UNESCO desde 1987. El recinto está ubicado en el número 28 de la calle República de Argentina, en el Centro Histórico de la capital mexicana.
Este ambicioso proyecto, que cuenta con un importante acervo de obras, es el resultado de tres años de planificación y esfuerzo conjunto entre el gobierno, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Secretaría de Educación Pública (SEP). La doctora Sierra se unió al equipo en agosto del año pasado, a petición de la antropóloga Gloria Falcón Martínez, directora de Proyectos Educativos.
Una vida dedicada al Muralismo
Con treinta años de trayectoria, la doctora Sierra posee estudios de maestría y doctorado en Historia del Arte. Su experiencia abarca diversos ámbitos, incluyendo la docencia, la formación de recursos humanos, la investigación y la difusión del conocimiento.
Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores, nivel I, y se ha consolidado como referente en historia del muralismo en México, así como en arte monumental, patrimonio y restauración del arte mural del siglo XX. Entre sus publicaciones destacan dos libros sobre el Muralismo Mexicano y varios artículos académicos.
De igual modo, ha impulsado el desarrollo de programas documentales sobre la pintura mural en coproducción con TV UNAM, lo que ha dado lugar a una serie que se transmite por este canal. Entre sus documentales se encuentran «Análisis de la técnica al fresco de Diego Rivera», «Los caprichos secretos de Diego» y «Los cines antiguos y el destino de sus obras murales».
La curaduría de un nuevo museo
Inaugurado por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum, el edificio alberga obras de destacados muralistas como Diego Rivera, José David Alfaro Siqueiros, Luis Nishizawa, Jean Charlot, Manuel Felguérez, Amado de la Cueva y Roberto Montenegro, sumando más de 200 obras distribuidas en sus paredes.
Como parte del proyecto, la doctora Sierra se encargó de la curaduría de tres mil metros cuadrados de murales, en colaboración con Iñaki Herranz Margain. Este sitio reúne una variedad de elementos, incluyendo pintura, proyecciones, paisajes sonoros, una sala de lectura, alfarería, cartonería, libros, esculturas, ilustraciones, vitrales y objetos personales de los artistas.
Infografía ¿Qué es la curaduría y para qué sirve?
La responsabilidad de conceptualizar, seleccionar, organizar y presentar elementos diversos, que en el ámbito cultural se refiere a colecciones, artistas, obras u objetos. Dependiendo de la institución y su misión, el curador puede asumir labores multifacéticas:
Tras largas investigaciones y con una amplia experiencia estética, la doctora curó el recinto con el objetivo de crear una experiencia inmersiva que capturará los cinco sentidos del visitante. “Me interesaba construir un discurso incluyente, que pudiera disfrutarse sin necesidad de poseer conocimientos artísticos. Planear la forma en que se recorrían dos naves tan grandes y tres pisos fue un desafío”, comentó.
La propuesta curatorial incluyó dos paisajes sonoros: uno diseñado para la zona de elevadores y otro para las escaleras. Se eligieron dos poemas que hacen referencia al agua y a las mujeres indígenas, los cuales acompañan los murales que las representan. Los audios fueron grabados en maya y zapoteco, enfatizando que en la Ciudad de México se hablan 55 de las 68 lenguas indígenas nacionales.
En este sentido, todas las cédulas museográficas se presentan en náhuatl y castellano, e incluyen códigos QR para su lectura en inglés. Éstas se diseñaron en dos líneas: una que aborda la historia del muralismo y otra que se centra en la vida cotidiana. A algunas cédulas se les añadieron perfumes con aromas de copal, cempasúchil y flores, con el fin de guiar al visitante hacia ciertos detalles y áreas que podrían pasar desapercibidos.
Según la doctora Sierra, trabajaron en colaboración con la Escuela para Ciegos y Débiles Visuales para integrar discursos hápticos en los pabellones, así como para construir réplicas de algunos murales e incluir rutas accesibles dentro del edificio para este sector de la población.
En salas como la de alfarería, se colocaron mesas con baquetas para que los asistentes pudieran tocar y escuchar los sonidos que producen las piezas. “Ésta fue una forma de hacerlos partícipes, pero también es una disertación porque creo que todos tenemos una olla de barro en casa”, explicó la doctora Sierra.
El trabajo fue extenso y abarcó dos patios y tres pisos. Fue necesario solicitar préstamos a instituciones como Bellas Artes, la UNAM, el INAH, el Museo Manuel Felguérez y otras, para conformar la muestra temporal y los núcleos pensados por los curadores. Otra de las solicitudes incluyó la incorporación de dos obras nuevas pintadas por artistas contemporáneos, lo cual también fue gestionado por la investigadora.
Finalmente, en la planta baja se pueden apreciar las salas de exposición “Muralismos”, “La pintura a tus sentidos”, “Muralismos y experimentación”, así como la Sala “Carlos Mérida”, la Sala “Xavier Guerrero”, el Salón de Docentes Ilustres, la Sala de lectura “Luz Jiménez” y la Biblioteca “Aurora Reyes Flores”. En el primer nivel se encuentran la Sala “Murales y su interpretación” y el Salón “Concha Michel”. Por último, en el segundo nivel están los salones históricos y el Salón de los Secretarios.
La importancia de revivir el patrimonio mural
En entrevista, la académica describió esta experiencia como “el trabajo más significativo de su trayectoria, una cita con el destino y una valiosa lección de vida”. Destacó que la toma de decisiones fundamentadas en su conocimiento previo y en sus incansables investigaciones fue lo más valioso del proceso. Considera un privilegio haber participado en este proyecto, al que ve como una cuna del muralismo, junto con el Colegio de San Ildefonso.
“Fue un honor que me eligieran; en todo momento me sentí libre, ya que no se cuestionó mi proceso creativo ni mis propuestas. Por el contrario, mis compañeros enriquecieron mi perspectiva. Me enfrenté a las obras de los muralistas más reconocidos de México y, de alguna manera, ahora soy parte de esta historia, que contribuye a difundir mi conocimiento”, afirmó la doctora Sierra.
Después de un año de arduo trabajo, la labor de la universitaria cobra sentido, ya que cada una de sus decisiones establece un vínculo entre la obra y su contexto de representación. La forma en que se presentan las piezas genera un relato sobre los artistas y sobre el México de esas épocas, convirtiendo cada detalle en un motivo estético y dinámico.
María Dolores Elizondo Alvarado