Late el trabajo de la maestra Elizabeth Skinfill

El arte transforma lo que hay a nuestro alrededor, convirtiendo materia en piezas de ornamento que, con la gracia del artista y su uso de la libertad, lo vuelve capaz de conmover al espectador. En la primera multidisciplinaria, la maestra Elizabeth Skinfill Vite, responsable del Taller de Escultura en Metal, presentó su más reciente obra “Muchos corazones para un latido” en la Sala de Exposiciones “Alas de libertad”.

Hace unos días, este recinto abrió sus puertas para la inauguración de esta exhibición compuesta por 36 piezas en las que dicho tejido fue el protagonista. A través de su trabajo, la maestra Skinfill retrata sus matices más profundos, los más sensibles y aventureros. 

Dotada de múltiples materiales, la artista da vida a piezas como “Corazón florido”, una obra ideada a partir de una técnica mixta en la que el afelpado de lana se viste de flores de colores de todos los tamaños y mariposas monarca. Al centro, sobresale un par de ramas congeladas en el tiempo, las cuales, de acuerdo con la narración de la realizadora, en algún momento formaron parte de su jardín y ahora lucen recubiertas por hilos rojos y morados.

Por otro lado, en “Kardia-forceps”, una vez más la creatividad brilla como una capacidad humana, más que como un don, pues se alinean nueve fórceps para formar lo que a la distancia se contempla como una flor metálica, de estos se desprenden pequeños ganchos que sostienen un corazón tratado con alglifen (alcohol, glicerina y fenol). 

Durante su presentación, la maestra Skinfill apuntó que esta exposición se construye como la columna vertebral de una trayectoria plagada de ramificaciones, en la que la experiencia estética parece exigir algo más que una especie de contemplación por lo “bello”. 

Ejemplo de ello es “Otra forma de abrir el corazón”, creación compuesta de manta, cordón y chaquira, en la que la artista integra al espectador con la escritura de mensajes aleatorios que quedaron plasmados debajo de las capas de pintura a base de café soluble.

Lo mismo sucede en “Corazones enfermos de amor”, una serie compuesta por 26 piezas, concebidas con botellas de vidrio fundido y madera, materiales que ya han dado su uso en anteriores formas y conceptos. No obstante, se reúnen a favor de nuevas ideas para plasmar formas abstractas que se combinan con alegres tonos translúcidos en una técnica que conlleva delicadeza y belleza. 

Igualmente, como parte destacada de la exposición, en la entrada de la Sala se ubica “Pequeño gran corazón”, una pieza realizada en gran formato con alambre, estambre y ramas, la cual permanece imponente ante la mirada de los espectadores.

María Dolores Elizondo Alvarado