A dos años del levantamiento la FES Cuautitlán participa en Macrosimulacro

“Tú eliges el lugar de la herida en donde hablamos nuestro silencio”.

Alejandra Pizarnik

 

El 19 de septiembre nuestro mundo volvió a dar un giro. Exactamente 34 años atrás, en 1985, la tierra, cual bestia enfurecida, empezó a sacudirse hasta hacer brotar de la civilización la certeza más grande para los de nuestra especie: no somos nada ante la naturaleza ni el Universo.

Ese mismo 19, pero del año 2017, los mexicanos comenzamos a sentir algo que habíamos sepultado en los confines de la memoria. Ese día la tierra mostró que había quedado insatisfecha y volvió a temblar. Se sacudió otra vez, haciendo corcovos desde su espinazo. Estaba furiosa, más furiosa aún, porque la intensidad escaló en los recuerdos y los miedos. Sí, los miedos volvieron a aparecer.

Las casas se resquebrajaron, los edificios dejaron el ápice de su existencia. Se vinieron abajo. La comunicación desapareció, dejándonos a años luz de lo que ahora es imprescindible en nuestras vidas. Mucha gente lo perdió todo, mucha aún no lo recupera.

Ante esa sensación de impotencia por hacerle frente a un Goliat imbatible de verdad, la tragedia se convirtió en una historia de hermandad para los nuestros.

La esperanza renació. Los mexicanos nos unimos, porque nos preocupamos por el desconocido, por el ladrón, por el vil. Éramos humanos otra vez. Humanos de nuevo.

Las horas eran un instante más para continuar, para dar vida y vivir. Los escombros ya no pesaban toneladas; los cientos de manos los levantaban con una ligereza digna de epopeya. Los héroes nacieron. La historia queda.

Diez de la mañana en punto. Dos años después. El presente. La alarma sísmica sonó en Campo cuatro, Campo Uno y el Centro de Asimilación Tecnológica. La FES Cuautitlán se unió al Macro simulacro 2019 en una misma existencia: el decoro.

El orden imperó. Alumnos, académicos y administrativos se desplegaron hacia los puntos de reunión. Era esa fuente de respeto por el pasado y la certidumbre de que ese 19S puede volver, como un eclipse, pero sin pronóstico.

Todos eran partícipes de un acto solemne que supuso un sismo de magnitud 8.6 grados en la escala de Richter, cuyo epicentro se dio en las costas de Oaxaca y Sur de Guerrero. La solemnidad también apareció.

Los universitarios se mantuvieron durante algunos minutos en el lugar indicado. Entonces los brigadistas de la Facultad (385 en total), una fuerza de ordenamiento y guía, empezaron a contar a los presentes. Estábamos todos. Otra vez éramos unos, ahora a favor de la prevención.

Luego de la actividad se anunció: los presentes dentro de la Facultad, 7958 personas, desalojaron sus instalaciones en un tiempo promedio de 1.31 minutos sin ningún tipo de incidente. Luego del simulacro, nuestra comunidad volvió a sus actividades habituales satisfecha de su participación en un evento de cercanía y responsabilidad cívica.

Victor Manuel Reyes Flores

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