La ciencia epidemiológica aplicada al estudio del COVID-19

Contribución de los académicos de la sección de Medicina Preventiva de la FES Cuautitlán-UNAM, miembros de la Asociación Mexicana de Epidemiología Veterinaria (AMEV, AC)

El 30 de diciembre del 2019 se tomaron tres muestras de un paciente con neumonía de etiología desconocida (una acción de vigilancia establecida después del brote SARS de 2002-2003). A partir de ellas se realizaron ensayos de PCR en tiempo real (RT-PCR) y posteriormente, sobre la base de un análisis filogenético realizado por el Comité Internacional sobre Taxonomía de Virus (International Committee on Virus Taxonomy), se indicó que el virus tenía características típicas de la familia del coronavirus y pertenecía a un betacoronavirus, ya que se observaron formas de corona bajo el microscopio electrónico de transmisión.

Con el paso de los días y derivado de la notificación hecha por China a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los noticieros reportaron la aparición de 27 casos de neumonía de origen desconocido en la ciudad Wuhan, provincia de Hubei, del Gigante Asiático.

Al realizar los estudios clínicos, se determinó que los pacientes presentaron tos seca, disnea (dificultad para respirar) y fiebre. Mientras que en los estudios imagenológicos se observaron infiltraciones pulmonares bilaterales. Un evento sin precedentes.

Desde este panorama, especialistas de la salud comenzaron a preguntarse la causa y el origen de la enfermedad, así como las formas de transmisión y los métodos de control.  Para responder estos cuestionamientos, se emplearon las estrategias que aporta la epidemiología.

Ésta es la disciplina que estudia la aparición y distribución de sucesos, estados y procesos relacionados con la salud en poblaciones específicas, incluyendo el análisis de los determinantes que influyen en dichos procesos. Además, con el objetivo de implementar medidas de prevención y control, la epidemiología estudia y describe la Historia Natural de la Enfermedad (HNE). La finalidad es controlar los problemas de salud relevantes.

Estudio Epidemiológico de la enfermedad COVID-19

 

En búsqueda de conocer la causa de la enfermedad se realizó una investigación epidemiológica para tratar de ubicar los determinantes de persona, lugar y tiempo.

El 07 de enero de 2020, en China se presentaron casos que llamaron la atención (caso índice) de los servicios médicos, sobre una enfermedad respiratoria atípica. A los pacientes se les tomaron muestras de garganta mediante hisopo y se analizaron en el Centro para Prevención y Control de Enfermedades de China.

Con esto se se determinó el nombre de esta nueva enfermedad: SARS-CoV-2, Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), debido a la signología que presentaron los pacientes. Al identificar el agente causal, se estableció un Coronavirus (CoV), que pertenece a toda una familia de virus, llamada así porque sus membranas tienen puntas en forma de corona.

El número 2 (CoV-2) fue asignado para diferenciarlo de otro coronavirus muy parecido genéticamente, el SARS-CoV-1, causante del brote de SARS en 2003, una enfermedad que infectó a más de 8,000 personas y dejó un saldo de aproximadamente 800 muertos (10%).

Para el caso actual, la Organización Mundial de la Salud denominó esta nueva enfermedad como COVID-19 (COronaVIrus Disease y el año de su presentación), como una estrategia para evitar actitudes de discriminación, prejuicio, xenofobia y racismo que se han ido desarrollando por el origen del brote.

A la fecha, y pese a los esfuerzos para controlar el brote de COVID-19, la enfermedad ha ido extendiéndose. Desde el 11 de marzo de 2020, se han informado infecciones por SARS-CoV-2 en más de 100 países, situación por la cual el COVID-19 fue anunciado como una pandemia por la OMS, pues el SARS-CoV-2 comparte una identidad del 96,2% a nivel de nucleótidos con el coronavirus RaTG13, detectado en murciélagos de herradura (Rhinolophus spp) en la provincia de Yunnan en 2013. Nunca antes se había detectado en humanos u otros animales.

 

Determinantes de COVID-19

 

En el gigante asiático, se realizó una investigación epidemiológica descriptiva sobre los expedientes de 138 pacientes para encontrar las determinantes (persona, lugar y tiempo) y los factores comunes (edad, género, estado de salud previo, entre otros), que los hace propensos o no a padecer la enfermedad.

En diferentes países, se ha observado que el 54% de los pacientes infectados con el virus SARS-CoV-2 fueron hombres de 56 años (valor promedio), con síntomas leves: tos seca, dolor de garganta y fiebres y cuya recuperación fue espontanea. Además, se detectó que los pacientes adultos mayores de 60 años requirieron cuidados intensivos por haber desarrollado diversas complicaciones fatales (insuficiencia orgánica, shock séptico, edema pulmonar, neumonía severa y dificultad respiratoria aguda).

En este sentido, se estableció una mayor virulencia (capacidad de producir casoso graves o fatales) en pacientes con enfermedades pre-existentes, padecimientos previos que pueden poner en mayor riesgo su salud: enfermedades respiratorias, endócrinas, digestivas, cardio o cerebrovasculares; que en sinergia con COVID-19, puede exacerbar la gravedad de la enfermedad.

Con toda la información científica generada a partir de la epidemiología descriptiva, se analizan las evidencias necesarias, se formulan hipótesis para la toma de decisiones y predecir los escenarios que podrían ocurrir ante el COVID-19.

Cabe destacar que las recomendaciones hechas por la OMS se sustentan en estudios epidemiológicos. Por tanto, enfermar a toda la población no es necesario para conocer los factores de riesgo que podría desencadenar una enfermedad leve, grave o mortal, en determinados grupos de población susceptible.

A partir de la evidencia científica, se sabe que la población no tiene anticuerpos contra la enfermedad producida por el COVID-19, por tanto, es altamente probable que enfermaremos al exponernos al virus.  La exposición puede ocurrir cuando una persona enferma estornuda o tose, ya que se expelen microgotas de saliva con carga viral hacia una persona sana. La vía de entrada es a través de las mucosas (ojos, nariz y boca). Por eso, es importante evitar tocarse la cara.

Además, es necesario considerar que transcurren, en promedio, 5 días con un rango de 2 a 14 (periodo de incubación), posteriores al contagio para presentar sintomatología. Es importante señalar que los infectados pueden o no presentar signos de la enfermedad; sin embargo, son capaces de propagar el virus a través de las gotas de saliva que se liberarán al estornudar, toser y hablar.

Por ello, es necesario que la población siga las indicaciones de sana distancia: repliegue familiar en casa (aislamiento social), protección de adultos mayores, estornudo de etiqueta y distancias entre los individuos dependiendo del escenario, con el fin de evitar su contagio.

Al conjuntar la información científica y epidemiológica generada, la OMS solicita a las personas denominadas de alto riesgo (adultos mayores, aquellas con enfermedades pre-existentes y mujeres embarazadas) que permanezcan en resguardo voluntario por la gravedad y el desenlace advertido en esta población expuesta al COVID-19.

Lo anterior cobra relevancia en México debido a que la frecuencia de padecimientos pre-existentes (enfermedades cardiovasculares) es alta y, aunado al contagio con COVID-19, podría conducir a la aparición de casos graves y desencadenar muerte por falla orgánica múltiple.

En este contexto, el sector salud recomienda mantenernos en casa, como la estrategia de prevención y control más viable, pues con ello se evitan contagios y se busca limitar un aumento exponencial. Ningún sistema se salud en el mundo está suficientemente equipado para atender una demanda creciente día con día.

Por otra parte, la estrategia de correcto lavado de manos surge a partir del conocimiento de la estructura del virus, debido a que su “corona” está hecha de una capa de lípidos. Al usar jabón, la envoltura viral se disuelve y los constituyentes del virus (proteínas y el RNA) se desacoplan, inactivando y perdiendo su capacidad de contagio.

Vigilancia epidemiológica de COVID-19 en México

 

Para determinar el comportamiento de la enfermedad, desde enero en nuestro país se puso en marcha la “Fase 1”, cuya característica principal es registrar, dar seguimiento y tratar los primeros casos. La estadística es la herramienta que usa la epidemiología para analizar la frecuencia de la enfermedad a partir de los registros preexistentes.

Estas medidas reflejan la ocurrencia relativa de la enfermedad en la población y muestran qué tan común es la enfermedad con relación al tamaño de la población en riesgo (tasas ajustadas). Los tipos de medidas de frecuencia son morbilidad (casos existentes de una enfermedad), incidencia (casos nuevos), prevalencia (casos nuevos y existentes), mortalidad (muertes) y letalidad (número de muertes de los que enfermaron). De éstas se pueden calcular razones, proporciones o tasas.

Tanto el seguimiento como la obtención de los parámetros mencionados deben hacerse de manera constante, debido a que existen muchas variables involucradas capaces de modificar el comportamiento de la enfermedad. Toda la información generada se emplea como base para el cálculo de estimadores de riesgo, es decir, obtener valores que puedan usarse con fines predictivos para tener aproximaciones del posible comportamiento que podría seguir el curso de esa enfermedad.

Dichos elementos permiten decidir de forma más oportuna las acciones que se deberán ejecutar con fines de prevención o control, de acuerdo con el avance en la diseminación de la enfermedad, su gravedad, trascendencia y vulnerabilidad (qué tanto se puede controlar).

Es importante señalar que la estadística es una valiosa herramienta de la epidemiología. La salud pública es un complemento para la implementación de acciones sociales en la atención y contención del problema sanitario. Muestra de ello es el informe diario presentado por la Secretaría de Salud, en el que nos muestran el comportamiento de la enfermedad en México y el mundo.

Panorama actual

Al 15 de abril de 2020, a nivel mundial se han reportado 1,914,916 casos confirmados (70,082 casos nuevos) de COVID-19 y 123,010 defunciones (5,989 nuevas defunciones). La tasa de letalidad global 6.4%. La OMS clasifica la distribución de casos y defunciones de acuerdo a sus regiones. En México, se han confirmado 5,847 casos y 449 defunciones por COVID-19.

La información de vigilancia epidemiológica en México se integra en el Sistema Único de Información para la Vigilancia Epidemiológica (SUIVE), en él se encuentran las notificaciones de daños a la salud y los resultados de las pruebas de diagnóstico por laboratorio. También se cuenta con el Sistema Epidemiológico y Estadístico de las Defunciones, que registra las causas de la muerte de la población mexicana, para tomar las medidas de salud necesarias para evitar o reducir a futuro la cantidad de muertes.

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