APIP, un proyecto multidisciplinario con impacto social

“Más importante aún que una obra de arte es lo que ésta siembra.

El arte puede morir, una pintura puede desaparecer.

Lo que cuenta es la semilla.”

Joan Miró

De acuerdo con el doctor Juan Carlos Portilla, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN), la creación artística es vital para el ser humano, ya que a través de ella se promueve la interacción de múltiples áreas cerebrales asociadas con una mayor plasticidad cerebral (la facultad que tiene el cerebro para recuperarse y reestructurarse de trastornos o lesiones), reduciendo los efectos de alteraciones producidas por patologías.

En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO) cataloga como urgente priorizar la educación artística dentro de los programas escolares, pues a partir de ella los niños son capaces de desarrollar su personalidad y espíritu creativo, contribuyendo así a la solución de los problemas sociales y culturales del mundo contemporáneo.

Sin embargo, informes oficiales vigentes de la Secretaría de Educación Pública (SEP) exponen que, de las 800 horas de clase que tienen los estudiantes de educación básica, sólo 40 están destinadas a la formación artística o cultural. Por el contrario, en países como Portugal o Francia se otorgan entre 165 y 105, respectivamente, como cifra mínima.

En la misión de otorgar a los niños herramientas para la creación artística a fin de que expresen su mundo interior, encuentren nuevas formas de comunicación y cuenten con habilidades capitales durante su proceso evolutivo, la maestra Aurora Muñoz Bonilla, jefa del Departamento de Diseño y Comunicación Visual (DCV), junto con otros académicos, creó el programa de Servicio Social (SS) “Artes Plásticas Infantiles Pumitas (APIP)”.

Los orígenes del proyecto

En agosto de 2012 nació APIP como una alternativa didáctica para la educación artística infantil ante la falta de propuestas similares en el municipio de Cuautitlán Izcalli. Para comenzar, el equipo a cargo de la maestra Muñoz planificó un taller de iniciación a las artes plásticas dirigido a niños de entre 4 y 12 años, del cual se desprendieron tres categorías: principiantes, intermedios y avanzados.

Para este primer acercamiento fue crucial la participación de 15 servidores sociales, quienes centraron su atención en más de 40 participantes provenientes de escuelas públicas y privadas de las colonias aledañas al Campo Uno de la FES Cuautitlán.

Con el objetivo de hacer de ésta una actividad extraescolar divertida, dinámica y anhelada, los talleres se impartieron en sábado. En cada sesión los estudiantes tuvieron un acercamiento a la pintura, escultura, estampa y fotografía digital como medios de estimulación cognitiva.

Teniendo como base elementos como la creatividad, autonomía, confianza e interacción con el entorno, docentes de la carrera de DCV y servidores sociales concentraron todo su conocimiento formativo para promover un trabajo colaborativo en la búsqueda de aprendizajes significativos para los niños.

Por ejemplo, con la pintura espejo enseñaron los principios básicos de la simetría, con el hilorama lograron mejorar la motricidad fina, lateralidad y percepción visual y con el collage promovieron el trabajo sistemático.

Actualmente, los estudiantes que se integran a este programa reciben capacitación especializada en psicología y pedagogía, además las cuatro primeras generaciones tuvieron un entrenamiento en primeros auxilios por parte de la Cruz Roja, lo cual les proporcionó las herramientas esenciales para impartir estos cursos.

Impacto del servicio social en los niños y servidores sociales

A lo largo de ocho años, APIP ha fomentado características como la creatividad, capacidad reflexiva, sensibilidad, empatía, curiosidad, expresión creativa y el desarrollo de la imaginación en los participantes, pues, de acuerdo con la UNESCO, cuando un individuo tiene contacto con las artes desde temprana edad se refuerza la calidad al aprender, se aumenta el entusiasmo e interés, se desarrolla seguridad y autonomía y se estimulan habilidades cognitivas, entre otros beneficios más.

Uno de los enfoques del programa es alentar el aprendizaje desde la innovación sin recurrir a lo establecido por la escuela tradicional, donde lo más importante es la disciplina. “Hemos observado que los niños se sienten libres, nuestra intención nunca fue formar diseñadores ni artistas, queremos que los participantes sientan y vivan el arte”, detalló la maestra Muñoz,

Por tanto, para ofrecer una educación de calidad a los niños, la maestra Bonilla ha incorporado a este proyecto a universitarios de Diseño y Comunicación Visual, Diseño Gráfico, Artes Visuales y Arquitectura, quienes han sumado diferentes puntos de opinión, comprensión y tratamiento de las artes, a partir de sus perfiles profesionales.

Por otra parte, los servidores sociales han tenido un acercamiento a la docencia y al campo laboral, formalizando su experiencia profesional y poniendo en práctica diversos aprendizajes: la planeación y resolución de problemas, así como la interacción con otras áreas del conocimiento.

“Quizá lo más significativo es que retribuyen un poco de lo adquirido a la universidad y a la comunidad, se comprometen con una causa y entregan lo mejor de sí desde su formación profesional y como seres humanos”, afirmó la responsable del programa.

Un servicio social de grandes logros

Con ocho generaciones, entre ellas una a distancia, el objetivo principal de APIP es brindar una oferta seria de promoción cultural que atienda a una población marginada física, económica y simbólicamente de los circuitos convencionales.

Por eso, en 2018, a partir de éste se creó otro programa de SS: “La disciplina del diseño en favor del desarrollo social”, mediante el cual se estableció una colaboración con el “Centro de Capacitación Laboral para Personas con Discapacidad Intelectual Arantza”, del DIF municipal.

Con él se benefició a más 63 participantes que aprendieron distintas disciplinas artísticas. El resultado de este trabajo fue una exposición itinerante, mediante la cual se obtuvieron recursos económicos que fueron destinados al Centro. “Este ejercicio demostró que el arte es un derecho fundamental, un espacio de desarrollo personal, encuentro, participación social y trabajo”, apuntó la académica.

En este sentido, actualmente estos programas de servicio social buscan ampliarse con la intención de atender a zonas marginadas de la localidad e incorporar un sistema que les permita trabajar con adultos mayores, ya que acciones como éstas refuerzan el sentido de integración y son muestra del compromiso de la Facultad en favor de la inclusión.

Por todo lo anterior, en 2019 la ardua labor de la maestra Aurora Muñoz Bonilla y sus colaboradores fueron nominados a la “Medalla de Honor Gilberto Rincón Gallardo” y premiados con la distinción Gustavo Baz Prada, que otorga la Universidad por su destacada participación en programas con impacto social, educativo y cultural del país, la cual recibieron una vez más este año.

María Dolores Elizondo Alvarado

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