Egresado destaca en universidad extranjera

Laura Lizbeth Lucio Leandro

El año pasado, cursando el octavo semestre de la carrera de Bioquímica Diagnóstica, Abel Cruz Camacho viajó al continente asiático para realizar un intercambio académico, visita que se concretó gracias a una beca que la Universidad le otorgó por medio del Programa de Capacitación en Métodos de la Investigación, que apoya a los alumnos a realizar estudios de citogenética en un lapso de dos meses en instituciones de presencia mundial.

Fue en el Instituto Weizmann de Ciencias, en Rehovot, Israel, donde el egresado de la Facultad realizó su estancia académica para aprender técnicas que enriquecieron su formación académica. “Desde mi llegada, me incorporaron a un laboratorio donde comencé a trabajar en un proyecto. Realicé experimentos una y otra vez hasta que obtuve los resultados esperados”, comentó el universitario.

Dicho proyecto, destacó en entrevista, se enfocó en investigar la biología molecular del cáncer, particularmente de una de sus proteínas más importantes, el P53, también conocido como el “guardián del genoma”, que se encarga de orquestar todas las respuestas de las células cuando se presenta un daño en el ADN, es decir, en el material genético.

En este proceso, el Abel tuvo la fortuna de ser asesorado por el doctor Moshe Oren, un bioquímico polaco ganador del premio EMET en Ciencias de la Vida en el año 2003, distinción que otorga el estado de Israel por la excelencia en los logros académicos y la contribución a la sociedad.

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“Cuando estuve allá, el investigador se interesó en mí a partir de los resultados obtenidos en el trabajo que realicé. Me invitó a cursar un posgrado y me proporcionó una carta de recomendación para que me aceptaran. Gracias a ello, en octubre regreso a Israel a estudiar la maestría al Instituto ubicado en Tel Aviv”, platicó Abel.

Desde su llegada a la institución, los israelís le mostraron su interés de trabajar en equipo, pues una de las características que más recuerda Abel de esa sociedad es su disposición para colaborar en proyectos de investigación sin generar competencia ni pelea. Así que, a pesar de haber convivido con personas de otra cultura, el universitario no encontró obstáculos que impidieran su desenvolvimiento profesional, por lo que calificó de interesante su estancia en aquel país.

“Al llegar a las dependencias universitarias extranjeras, nuestro deber es demostrar que tenemos la misma capacidad académica de países de primer mundo y que nuestro conocimiento es igual o mejor que el de los estadounidenses e ingleses”, concluyó.

El joven de 22 años forma parte del 31% de los estudiantes latinoamericanos que viajan a otro país para continuar con sus estudios, tal cual lo reportan cifras de Movilidad Estudiantil de la UNAM, uno de los exitosos alumnos que la FESC ha tenido en sus aulas y que ha demostrado, en una parte del mundo, el azul y oro característico de los egresados de Cuautitlán.

 

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