La cruda realidad de un México bárbaro desde la poesía

“Hoy van a matarla y no lo sabe, nadie lo sabe […] y no sólo a ella, hay siete mujeres que en este país medievo hoy no van a volver a casa”.

Alejandro Merino

México es un país lleno de bellas tradiciones, paisajes y gente cálida. Sin embargo, una sombra llamada violencia ha llenado sus calles de miedo y tristeza, dejando a miles de familias con pérdidas irreparables y un hueco que no se llena ni con el paso de los días, ni con los mejores adornos en las plazas cívicas, ni ocultando la realidad en las noticias.

De esta desconcertante situación habló el maestro Alejandro Merino en su libro Cada muerte el fin del mundo, que recientemente presentó en el Aula Magna de Campo Uno, obra de poemas dirigidos a quienes no pudieron concluir sus sueños porque se les arrebató lo más valioso del ser humano: la vida.

Esta inquietud motivó al autor a levantar la voz con la poesía, un medio para denunciar e intentar salvar a las mujeres y a cualquier otro que recorre las calles para llegar a la casa, trabajo, escuela, una manifestación para el que no quiere sentir miedo de encontrarse a alguien frustrando sus planes tras una violación, un asesinato o un secuestro.

 “Eso contamos, contamos muertos, empresarios, policías, estudiantes, gobernadores, civiles, campesinos, niños, profesores, periodistas, 1,500 ejecutados cada mes desde hace 15 años. ¿Y qué tal México? Bien. Miento”, citó Merino uno de sus poemas que detalla la otra cara de este país, la que desconocen los extranjeros.

Inspirados en su trabajo y buscando disminuir esta problemática, alumnos de la carrera de Diseño y Comunicación Visual (DCV) de la FES Cuautitlán elaboraron materiales audiovisuales para la asignatura Imagen y sociedad. Estas obras se presentaron como parte del ciclo “Cine minuto 60” y tuvieron la finalidad de evocar las muertes que han quedado guardadas al interior de una memoria colectiva dormida.

Uno de los cortometrajes fue “Bien miento”, que narra cómo a la sociedad de nuestros días nada le sorprende, ni los balazos, ni los asaltos, ni los muertos. Así, a través de la vida cotidiana de una persona, retrata la violencia que acontece y cómo ésta nos impacta hasta que la sufrimos.

En entrevista, la doctora Cecilia Godínez Vázquez, responsable de la actividad, mencionó que la asignatura que imparte relaciona la teoría con la práctica. Por ello, para favorecer este ejercicio, eligieron el libro del maestro Merino, pues plasma los hechos ilícitos de nuestro país de los últimos años.

En el evento realizado en la Unidad de Seminarios de Campo Uno, los alumnos de DCV mencionaron que, al igual que el autor de Cada muerte el fin del mundo construyó su texto, los diseñadores deben utilizar la imagen para hacerla trascender y generar conciencia sobre aquellas situaciones que pueden perjudicar a cualquiera.

Liliana Alvarado Sánchez

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