Cultura chicana: una documentación fotográfica

A través de su trabajo fotográfico “Vistazo Chicano”, José Roberto Ramos, estudiante de la licenciatura de Diseño y Comunicación Visual, pretende crear un registro fotográfico contemporáneo de la cultura chicana y el “cholismo”, dentro del Estado y la Ciudad de México. Con esta documentación a su vez, busca recapitular los elementos gráficos, de identidad, sociales y culturales de este movimiento. Por ejemplo, el uso de prendas holgadas y los tatuajes en el cuerpo, las señas con las manos y la lealtad entre grupos.

José Roberto nació y creció dentro de barrios chicanos. Al vivir en los límites de Tláhuac e Iztapalapa estos sitios son una parte esencial del círculo social y cultural que lo ha rodeado durante toda su vida. Aunque desde niño estuvo cerca de este entorno, no fue hasta hace aproximadamente un año cuando empezó  a hacer de manera formal esta recopilación de capturas. “Este trabajo empezó de una manera medianamente burda, pues inicié retratando a mis amigos y conocidos. Posteriormente me moví a otros sitios de la capital y periferia”, comentó.

Basándose en una definición establecida por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, el estudiante expresó que la palabra chicano es el acortamiento de la palabra mexicano en “xicano”. Gracias a los diferentes fonemas de la suma de equis y vocal este acortamiento se pronuncia con “ch”, es decir, chicano. “A modo de significado, puede decirse ya, brevemente, que chicana o chicano es aquel residente o ciudadano estadounidense de ascendencia mexicana; por lo cual nunca han sido considerados como ciudadanos legítimos”.

Los términos cholo y chicano comenzaron a usarse aproximadamente en los años 50, década en la que la cultura tuvo su mayor apogeo, principalmente en el estado de California, específicamente al sur, en la frontera de México con Estados Unidos. Poco después de su origen, comenzaron a usarse de manera despectiva para referirse a personas “callejeras”, con malos modales o violentas. Hasta la fecha, en muchos lugares, ambas palabras siguen teniendo una connotación negativa.

Una vez dada esta breve contextualización, el estudiante habló a profundidad sobre su trabajo. Con la muestra de cada fotografía explicó y detalló el contexto en el que fue tomada, lo que pretendía capturar, el significado y nombre de cada pieza. Retrató a niños, niñas, hombres y mujeres de los barrios chicanos, haciendo  énfasis en su vestimenta, los tatuajes corporales, las expresiones faciales y señas manuales. La documentación fotográfica también plasmó los eventos importantes de los grupos, así como sus espacios sociales.

Aunque por el momento solo ha visitado barrios dentro de la Ciudad y el Estado de México está en trámites para viajar a Guadalajara y así ampliar la documentación a lo largo del país. Aclaró que, pese a que los y las chicanas siguen teniendo los mismos principios, el cómo se vive e interpreta la cultura es distinto en cada estado del país. Por tanto, es fundamental tener un registro desde todas las perspectivas.

Sin duda, el discurso principal de esta galería es cambiar la ideología negativa que se tiene hacia esta contracultura, pues si bien es cierto que hace algunos años dentro de sus miembros existían pensamientos racistas y homofóbicos, la realidad nos muestra que esto ha cambiado con el paso de los años. “El objetivo general de todo esto es visibilizar que esta población ya no es necesariamente violenta y, por el momento, éste es el eje central de mi trabajo. Pero eso no significa que no buscaré más discursos”, concluyó.

Itzel Garduño Casasola

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