Celebran la vida a través del canto

Laura Lizbeth Lucio Leandro

 

La perfecta simetría de la Sala Nezahualcóyotl, que es delineada por paredes angulares y líneas rectas cubiertas de madera, engalanó la presentación del Programa Coral Universitario, en el que lució el Coro Topaccacuic de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán.

El evento fue dividido en tres etapas, durante las cuales se presentaron los diferentes grupos corales que deleitaron al público con el programa “Cantos y ritmos de Colombia”, que fue dirigido por María Olga Piñeros, la “parcera” invitada de ñ edición.

Particularmente, el representativo de la Facultad, dirigido por el profesor Luis Alberto Alvarado Azpeitia, compartió escenario con las agrupaciones corales de la Escuela de Trabajo Social, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y las FES Aragón y Zaragoza.

Así, con seis sopranos y el mismo número de tenores, cuatro bajos y un contralto, interpretaron dos números llamados Pañuelito de Pichindé y una fusión de La araña picúa y Se va el caimán, ambas piezas inspiradas en ciudades del país sudamericano homenajeado durante aquella noche lluviosa de domingo.

En el concierto también participaron los coros de la Facultad de Ciencias, la Unidad de Posgrado, la Facultad de Contaduría y Administración y la Facultad de Filosofía y Letras, los cuales, con playeras de color amarillo, rojo y azul, simularon ser la bandera de Colombia.

Las piezas que unieron las expresiones musicales de mayor fuerza fueron Sing Hallelu y una pieza creada por la directora colombiana Olga Piñeros, Camu camu asaí, que describe la cualidades de un fruto tropical del amazonas, el cual es comparado con las virtudes de una musa.

Enseguida, la mejor sala de conciertos de México se ambientó con sonidos del amanecer que dieron pie a Ay sí sí, en la que los directores de los grupos corales hicieron tres pregones para resaltar la esencia de la melodía que busca estrechar a las comunidad de Venezuela y Colombia, naciones que se entrelazan en la Región de los Llanos.

El repertorio presentado fue dedicado a compositores y arreglistas colombianos, así como al público que se dio cita en el recinto de la Zona Cultural. De igual forma, como lo expresó Olga Piñeros, estuvo dirigido a la convivencia de dos culturas Latinoamericanas y a la celebración de la vida a través del canto colectivo, una de las prácticas musicales de conjunto que se transforma para quienes participan en su ejecución.

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