OJUEM, como si fuera la primera vez

Víctor Manuel Reyes Flores

Dentro de un auditorio lleno de amantes de la música clásica, la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata (OJUEM) de la UNAM visitó la FES Cuautitlán una vez más para presentar un concierto dedicado a los más grandes músicos europeos del siglo XIX y de nuestro país.

En punto de las dos de la tarde, después de que las luces en lo alto se apagaran, justo cuando el silencio sobrevino en los espectadores y el director de la agrupación fundada en 2011 por Gustavo Rivera Weber levantara la batuta sobre de sí, el concierto que fue parte del programa “Música en territorio puma, a todas partes con la OJUEM” comenzó con la expectación de aquellos reunidos en el Auditorio de Extensión Universitaria de la Facultad.

Johan Strauss II y su obertura de El Murciélago empezó el deleite de la agrupación conformada por los jóvenes músicos más ilustres del país, una composición que logró, con el poder de las cuerdas, el viento y las percusiones, transportar todos los estados anímicos en el mutis general, la soledad y el conjunto.

El aire romántico del autor de El Lago de los Cisnes continuó la presentación: con la Selección del concierto para violín y orquesta en re mayor, op.35 la OJUEM alcanzaba la cima de su erudición. Sin embargo, fue la ejecución al violín que Emmanuel Quijano Vásquez hizo de la obra de Chaikovski lo que elevó de sus asientos a un público cada vez más extasiado.

Esta sensación se experimentó con la misma catarsis cuando Betsaida Romero Figueroa llevó a sus labios la flauta para acercar a nuestra alma, junto a los más de cuarenta músicos en escena, una pieza de Carl Reinecke. Entonces, los flashes aparecieron para poder guardar un espectáculo que ya había superado la belleza.

20062017-_MG_7343

Así transcurría el concierto: después de que Vladimir Sagaydo, director huésped de la OJUEM, salía del escenario al culminar una pieza y tras su eventual regreso, el público se manifestaba en una ola de aplausos que no fueron defraudados; así pasó hasta que los instrumentos se detuvieron en dos creaciones mexicanas, tocadas en los más importantes escenarios del mundo.

El mazatleco Enrique Mora y la suavidad del Vals de Alejandra fue el primer anuncio de despedida, una composición originalmente inspirada en Alejandra Martínez Urrea, sobrina de “El Nigromante”, que retrata un amor concebido en la melodía pero cuyos amantes no se tienen en realidad. El concierto se despidió con México 1910, de Manuel Esperón, un camino por los valores de la época, la transformación social y el símbolo de mexicanidad de nuestra patria en lucha.

Al final, los alaridos que se mantuvieron por más de un minuto y el goya Universitario le desearon a la OJUEM un pronto regreso a la primera unidad multidisciplinaria, que siempre vive sus presentaciones como si fuera la primera vez, con expectativa y emoción.

También podría gustarte