El amor que no tiene tiempo

Así transcurrió Jarry y la máquina del tiempo, una obra de teatro original del Carro de Comedias de la UNAM que se presentó el Día de San Valentín para expresar una de las muchas formas de un tópico primordial de la literatura universal.

Victor Manuel Reyes Flores


¿Qué tan fuerte es el amor, que el tiempo y el espacio no son impedimento para que dos almas se reúnan en el comienzo de otra vida?

Así transcurrió Jarry y la máquina del tiempo, una obra de teatro original del Carro de Comedias de la UNAM que se presentó el Día de San Valentín para expresar una de las muchas formas de un tópico primordial de la literatura universal.

La puesta cuenta la historia de Alfred Jarry, un científico francés nacido un viernes 13 quien recorre diferentes épocas de la historia para recuperar las partes pérdidas de su máquina del tiempo (una bicicleta vagabundo) y perpetuar su amor por Cosset, una mujer que conoció en un jardín con flores y que lo hará distinguir cuan increíble es que “con tanto tiempo y tanto espacio, el amor pueda mantener su claridad”.

A través de una multitud de sitios, momentos y personajes, periodos que definieron tanto los sentimientos del protagonista como sus aspiraciones para enfrentarlos, y “a través del día, la noche, las colinas y los abismos”, Jarry se encuentra desde su nacimiento hasta su último momento en este mundo.

Así, con el humor tan distintivo de la compañía y la mención de diálogos que en más de una ocasión provocaron la algarabía de los presentes en el Campo Cuatro de la Facultad, llegaron las escenas más divertidas de la obra, como cuando los papás de Jarry se conocen en un concierto de Juan Gabriel atraídos por argumentos llenos de censura, la aparición del protagonista recién nacido, en su alumbramiento y primeros balbuceos, y el comportamiento subversivo de Jesucristo.

Entre risas y algunos comentarios críticos sobre situaciones de la actualidad de nuestro país, el viaje de Jarry juntó en algún punto a sus tres yo, quienes distanciados por el cronotropo de su existencia se juntan en un bucle sin oportunidad de cambio: el dilema de no haberle expresado a la coprotagonista su amor.

La escena que cerró la representación llevó de las risas a los sollozos, pues más allá del acto en el que se intentó salvar la bicicleta de su último paseo, estaba la razón de lo que este viaje implicaba, la pérdida de Cosset, unida en matrimonio con Ubú Rey, con quien el protagonista se enfrenta en un combate que pierde costándole su propósito.

Jarry y la máquina del tiempo es una obra que ejemplifica las posibilidades de la ciencia y sus alcances para transformar las realidades mediante la manipulación de la certeza y la incertidumbre, pasado y futuro. No obstante, refleja la tesis de su marco narrativo, la búsqueda del amor en cada rincón del Universo, que por situaciones adversas escapa manteniéndose más allá de la temporalidad.

“Lo logramos, Cosset”, dijo él, y ella responde que lo aguardaría. “No hay necesidad, porque ahora estaremos juntos por siempre, en el jardín donde nos conocimos”, ahí, donde comenzaron su historia juntos, en las flores. El Carro de Comedias concluyó su participación con el prolongado aplauso de la comunidad universitaria.   

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