Sensibilizan sobre la violencia de género

Como parte de una iniciativa mensual, el Grupo de Aprendizaje-Servicio de Equidad de Género del Pacto de América Latina por la Educación con Calidad Humana (PALECH), el Nodo de la Cátedra de la UNESCO de “Universidad e Integración Regional” y la FES Cuautitlán presentaron el Círculo de lectura y conversatorio a distancia “Íbamos a ser reinas”, un texto de la feminista Nuria Varela.

La moderación corrió a cargo de la maestra Layeire Flores Albán, especialista en psicología clínica, y la estudiante de administración de esta Facultad Rosa Isela Ramírez Díaz, activista feminista, quienes a lo largo de su participación reflexionaron sobre la desigualdad entre hombres y mujeres, repasando las mentiras y complicidades que sustentan las dinámicas violentas contra ellas.

Inicialmente, explicaron que este libro se publicó hace 20 años y que en 2019 se agregó un capítulo nuevo, para reafirmar que la problemática abordada sigue vigente, pues incluso va en incremento. Posteriormente, revelaron que dicha publicación desentraña por qué las mujeres son maltratadas en sus propias casas, cómo lo soportan y los diversos mecanismos que actúan en favor de una plaga que parece incontenible.

En ese sentido, expusieron el ciclo de la violencia que se produce y reproduce en tres fases: tensión e inmovilidad (ira, provocación, celos), agresiones físicas (abuso sexual, golpes, amenazas) y arrepentimiento (negar actos violentos y pedir perdón). Así, la articulación de estos momentos cotidianos se reduce a un modelo que busca explicar la complejidad y la coexistencia del abuso en comportamientos amorosos.

Luego, las expositoras mencionaron que la persona que se encuentra en desigualdad anula su autonomía, se siente presa y sin valentía, principalmente porque deja de tener redes de apoyo, disminuye su potencial como persona y miembro de la sociedad, conservando sólo la voz de un interlocutor que se dedica a humillar, descalificar, etcétera.

Otro aspecto relevante que las especialistas abordaron fueron las consecuencias derivadas de una identidad empobrecida, las cuales suelen manifestarse a través de dinámicas depresivas y/o ansiosas, trastornos de alimentación, estrés postraumático, sueño, adicciones o somatización. Este principio se refuerza en el texto con los testimonios de diversas víctimas de violencia, quienes comparten con la autora el terror que vivieron bajo el yugo de sus parejas.

En otro orden de ideas, charlaron sobre el patriarcado y cómo se cimienta en una estructura de poder masculino para reprimir la sexualidad femenina, a partir de prácticas sin consenso, nulo placer, sometimiento y la satisfacción del varón. Después, al referirse al maltrato social de distintas instituciones, detallaron que se asocia a las creencias, la incredulidad, la indiferencia, la falta de empatía, la normalización de la violencia y una anestesia colectiva.

Antes de terminar, las expositoras afirmaron que las dinámicas de poder y abuso se transportan a todas las áreas posibles, particularmente a aquéllas donde la vulnerabilidad prevalece ante la mirada indiferente de una sociedad que prefiere callar.

María Dolores Elizondo Alvarado

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